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Por: Esp. Robert Melo Lora

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Si partimos que el docente no es un simple transmisor de conocimientos, sino que aplica su saber pedagógico para impulsar, facilitar, orientar, colaborar y motivar el proceso de aprendizaje; además, quien muestra, enseña o señala los diferentes caminos para llegar al conocimiento y pone al alcance de los estudiantes e instrumentos necesarios para lograr que ellos mismos elaboren sus conceptos y sus estrategias de aprendizaje; entonces, se requiere de todo su dinamismo para crear las condiciones apropiadas para que el aprendizaje en los estudiantes sea tan significativo, que le permita resolver las distintas situaciones que se le presenten en la vida diaria.

Investigadores como Chomsky (teoría de la competencia lingüística), Habermas (teoría sociológica de la comunicación, Acción comunicativa) , Vygotsky (Teoría de la interacción social), Bruner (Teoría de aprendizaje-pensamiento, aprender a pensar), Gardner (Teoría de las inteligencias múltiples), Hymes (Teoría de la competencia comunicativa) entre otros; han dejado claro que, en los procesos de enseñanza y aprendizaje es prioritario tener en cuenta el saber hacer y no sólo  los conocimientos teóricos. Este saber hacer en contexto, es lo que se conoce con el término competencia (Sistema Nacional de pruebas, SNP, ICFES, 1.999). De este marco general, se ha logrado comprender que las competencias son el conjunto de acciones que expresan el desempeño del ser humano en interacción con contextos socioculturales y disciplinares específicos, para lo cual se requieren procesos en los que el sujeto sea capaz de integrar conocimientos y habilidades. Concepto que ha permeado los procesos de evaluación del aprendizaje.

Si las competencias tienen sentido a partir de lo que el estudiante aprende, entonces, podemos afirmar que el aprendizaje despierta en el ser humano una serie de procesos evolutivos internos que sólo se desarrollan cuando éste interactúa con las personas y con su entorno natural y cultural, en cooperación con algún semejante (maestro o la maestra adulto o un compañero o compañera más capaz), cuando ya un o una estudiante ha construido o asimilado un concepto, podrá después aplicarlo él o ella solo, por sí mismo y aun colaborar en el desarrollo de otras personas.

El anterior supuesto teórico, refleja que nadie aprende sólo y sin un contexto específico natural y cultural, el primero tiene que ver con el lugar donde se desarrollan las acciones de aprendizaje y el segundo, al conjunto de interacciones humanas que se desarrollan a través de los actos de habla, escucha, lectura y escritura de los diversos textos necesarios en los procesos de comunicación dialógica y participativa. 

Para comprender como se desempeña el estudiante en los contextos socioculturales y disciplinares específicos. Es necesario tener en cuenta que ser competente requiere de un conocimiento propio de cada ciencia del saber humano, puesto que será el marco de referencia que orienten los diversos desempeños (saber hacer) en los contextos donde se desarrollan los diversos actores educativos; es decir, la competencia es un conocimiento implícito o de carácter no declarativo que se expresa en un saber hacer que se actualiza en los diferentes contextos socioculturales y disciplinarios específicos o dicho de otra manera, es la utilización flexible e inteligente de los conocimientos que poseemos los que nos hace competentes frente a tareas específicas.

Ahora bien, en actualidad se plantean cuatro competencias básicas (interpretativa, argumentativa, propositiva y comunicativa) que se deben desarrollar en los procesos de enseñanza-aprendizaje y que son el eje del sistema de evaluación en nuestro país. La primera es la base de la segunda, por cuanto implica, desempeñarse en la construcción del sentido del texto y en el análisis para la comprensión de los contextos de la significación ya sean de carácter social, científico, artístico, deportivo etc, para poder asumir posiciones críticas frente a éste.

La segunda competencia básica, implica el desarrollo de la argumentación como habilidad que el alumno debe desarrollar, para dar razones y motivos que justifiquen las diferentes posiciones críticas que se hayan asumido frente al texto, que se intenta comprender e interpretar. Por lo tanto, el estudiante debe mantener un diálogo intersubjetivo con el texto con la intención de explicar, establecer relaciones causales, presentar ejemplos y contraejemplos y sustentar las conclusiones a las que haya lugar.

Ser competente propositivamente, es desempeñarse creativamente en los diferentes problemas que se le presenten en un contexto sociocultural determinado, abordando los conocimientos disciplinarios que se requieran en la resolución o reconstrucción de las situaciones problemáticas; por ello, quien propone desarrolla la habilidad de creación, planteamiento y reconstrucción de significados nuevos en contextos específicos del texto que se haya argumentado e interpretado.

Acompañando lo anterior los contextos socioculturales y disciplinares inciden de manera directa en las prácticas y desempeños pedagógicos porque regulan la realización de esas prácticas y la evaluación de efectividad de las mismas. De igual manera, determina la aparición y desarrollo de ciertas competencias en la práctica pedagógica, su significado y la pertinencia del uso de los conocimientos, métodos y tecnologías, entre otras.

Es por ello, que la competencia comunicativa, requiere de las habilidades de interpretación, comprensión de textos, problemas y eventos a los que haya lugar resolver en los contextos que definen sus necesidades educativas. Esta competencia hace parte de la competencia cultural, por cuanto hace posible la emisión de mensajes adecuados a las intenciones y situaciones comunicativas presentadas en diferentes contextos. Es por ello, que desarrollar las competencias comunicativas implica trabajar las habilidades comunicativas (leer, hablar, escuchar y escribir) las cuales favorecen los procesos cognoscitivos relacionados con las diferentes áreas y también con los procesos de formación de valores y actitudes.

La evaluación de competencias lleva a descubrir si una persona actúa poniendo en juego sus saberes y no sólo si se ha apropiado de un determinado saber. Por ello, es necesario replantear competencias, puesto que el test es sólo una forma restringida y masiva de evaluación, que requiere de otras formas  o estrategias que corroboren su objetividad y validez.